miércoles, 12 de enero de 2011

Vampiros Asesinos

Vampiros Asesinos

Nunca creí que algo así podría pasarme o que sobreviviría a tal tragedia. 

Recuerdo aquel día, cuando fuimos donde una amiga, que teníamos en común con mi novio, festejaba su cumpleaños.  La tarde era cálida y soleada pero con unas pomposas y blancas nubes en el cielo, y por lo que sabíamos iba a ser una reunión pequeña, entre sus amistades y familiares  más cercanos. 

Al llegar a su residencia, todo estaba tranquilo, nos acercamos y la saludamos, ella nos ofreció algo refrescante para calmar la sed y algunos bocadillos por si teníamos hambre. A medida que pasaba el tiempo, entre charlas y risas, pude notar que comenzaban a llegar más y más personas. Al parecer la escuela y el barrio entero habían asistido.

Supuse que el rumor de la pequeña fiesta se habría corrido, sin embargo, a Sam y a mí no nos importó que concurriera más gente de la que se tenía en mente. O de la que nosotros teníamos en mente.

El crepúsculo estaba llegando a su fin, y por encima del sonido de la música se comenzaron a escuchar gritos y vimos cómo se producía un gran alboroto en el jardín. Dos chicos estaban iniciando una pelea, aunque no se veía claramente por la ronda que se había formado alrededor de ellos. Un tercero, alto, musculo, de aspecto rudo pero poco apuesto, intentó intervenir, pero solo recibió un golpe en su maciza cara, aunque no pareció dolerle. Al acercarnos más, Sam pudo identificar a su hermano peleando con Dash, el líder de los Skaters. Se podía escuchar como se criticaban entre ellos, y pude ver la furia que emanaba de sus ojos.

Según lo que sabía, Matt y Dash nunca se habían agradado, pero jamas habían peleado de la forma en que lo estaban haciendo en ese momento. 

El chico rudo, junto a Sam y algunos amigos de Dash lograron separarlos.

Luego de aquel momento tenso, Sam logró que Matt recobrara la compostura, y ambos estuvieron de acuerdo con volver a casa. Por lo que fuimos a buscar el coche y Matt insistió en que quería manejar. Sam y yo nos miramos el uno al otro, y él me convenció de que si eso iba a tranquilizarlo que entonces se lo permitiéramos.

Al llegar al aparcamiento nos dimos cuenta que el grupo de los Skaters tembién estaban por irse. Retuvimos a Matt y logramos que entrara al coche sin siquiera dirigirle la palabra a Dash, a pesar de que al cruzarse sus miradas aún se veía  un reto de ira y rencor, como si les quedara otro enfrentamiento pendiente.

Dash junto a su grupo de amigos tomaron sus skates  y entraron a la camioneta sobre la que estaban reclinados antes de que llegáramos nosotros. Pusieron en marcha el motor y partieron hacia la oscuridad de la calle principal que llevaba a la ruta provincial.

Matt nos obligó a ponernos el cinturón de seguridad y en cuanto así lo hicimos aceleró el vehículo y tomó el mismo camino que la furgoneta. Yo me sentía asustada, el velocímetro cada vez marcaba un punto más alto, y ni siquiera utilizaba la caja de cambios al ir subiendo la velocidad. 
Reaccionó. Apretó el embrague y puso cuarta. Ya los alcanzaba. 

Estuvo manejando casi quince minutos cuando vimos unas luces desviarse hacia la derecha, en una calle de tierra en la oscuridad total. Como acto reflejo Matt giro en la misma dirección y luego de unos metros aparcó cerca de un tanque contenedor. Al bajar cerró la puerta con furia pero no se veía ningún otro vehículo. Nos desabrochamos los cinturones y nos dirigimos hacia donde él se encontraba. Le pedimos que lo olvidara, que entrara al coche, ellos se habían ido. Mientras intentábamos persuadirlo, la voz de Sam se vio interrumpida por un ruido. Entonces Matt corrió en dirección al alambrado de la planta. 

Parecía una especie de tambo o fábrica de lácteos, pero no estaba segura porque la iluminación era difusa, y nunca había tomando aquella ruta y mucho menos me había adentrado en ese camino. Sam recordó que en el coche había dos walkie-talkie por lo que decidimos dividirnos y luego de besarme, empezamos a correr cada uno en una dirección diferente. Si alguno lo encontraba, tendríamos forma de saberlo.

Yo encontré un agujero en el alambre, pero parecía demasiado chico como para poder traspasar todo mi cuerpo, a pesar de que era de contextura pequeña. Seguramente lo habría hecho algún perro hambriento.

Seguí buscando la forma de meterme en aquella fachada cercada. Luego de caminar durante un par de minutos, pude encontrar un portón alambrado con la cerradura falseada y accedí al recinto. 

El lugar carecía de vegetación en el piso, debido a la cantidad de tierra seca y piedras que había en él. Caminé y caminé, llamando a Matt, pero no reciví respuesta alguna. Mientras me dirigía hacía lo que parecía ser un gran depósito o silo pude escuchar otra vez aquel golpe que había causado que él saliera corriendo frenéticamente. Traté de calcular de dónde provenía aquel sonido para poder avanzar hacia el, pero fue inútil. Entonces, fue en ese momento cuando pude ver una silueta sobre aquella edificación, a unos diez metros del suelo, la cuál se movió con agilidad y rapidez y desapareció en un abrir y cerrar de ojos.

¿De donde provenía aquello? ¿Quién era? Dudaba que haya sido Matt o alguno de los Skaters, porque ¿Qué podría estar haciendo algunos de ellos allí arriba? 
Aunque no estaba segura de saber con exactitud qué era aquello, debo confesar que en aquella oscura soledad me sentí completamente insegura y aterrada. Si era alguna especie de broma, ¡quería que terminara ya!

Giré en sentido opuesto al sitio donde se había presentado el fenómeno y antes de que terminara de dar el primer pasó, lo vi. Lo tenía delante de mi. Y me miraba fijo. 

Sus ojos eran claros pero profundos, su piel era pálida y podía sentir su aliento sobre mi cara. Me miraba y a través de su sonrisa malévola pude ver su dentadura, la cuál destacaba por esos brillosos y pulidos colmillos blancos, y junto a su mirada eran lo que más me asustaba.

En ese instante, todo mi cuerpo se detuvo. No podía ni inhalar ni exhalar, algo tan simple como respirar y sin embargo estaba totalmente paralizada. Sentía cómo los latidos de mi corazón se aceleraban rápidamente y seguía sin reaccionar. En ese instante, la voz de Sam se oyó a través del walkie-talkie:

–Kim, debes salir de ese lugar ya mismo. Matt está a salvo pero Aaron-se quebró, se escuchó un silencio y luego un sollozo- Aaron y Chris están muertos 

Jamás había escuchado a mi novio alterado de esa forma. Estaba loco de pánico y terror. Desesperado por lo que habría visto u encontrado.

El ser delante mío me observaba y yo estaba por colapsar de los nervios y el terror. Giro a mí alrededor para obtener una mejor vista de su objetivo. Yo era su presa y rogaba que todo acabase, que se fuera y que estuviese solo. Pero lo poco que podía pensar no me permitía moverme.

Volvió a clavar sus ojos en mí, hasta encontrarse con los míos, y tomo mi mentón con una de sus pálidas y frías manos. Sus largas uñas lastimaban mi piel y cada vez me sentía más presa del miedo. No podía zafarme, y si lo hacía, presentía que sería inútil escapar de aquello, que me seguiría y me atraparía mucho antes de que pudiese empezar a correr. Entonces, todo pasó en apenas un cuarto de segundo. Se acercó aún más a mí, y corrió su mano desde mi mentón hacia mi mejilla, apartando mi cara de si mismo, mientras que con la otra mano presionaba mi hombro. A pocos metros de donde me encontraba estática junto al repugnante monstruo, se escuchó el chillido que provocaban las piedras al chocar entre sí. Alguien venía. 

Lo último que recuerdo es que sentí un profundó dolor sobre mi mejilla derecha. Y cuando quise saber qué era, pude encontrar mis manos bañadas en sangre. 

Amanecí en el hospital. Sam me dijo que había recibido un fuerte golpe en la cabeza, y que tenía profundos cortes en la mejilla, que por eso me dolía cuando hablaba. Parecía como que hubiera sido rasguñada con algo extremadamente filoso. Me contó que Dash y Matt ya no volverían a pelear, más allá de sus diferencias, parecía que el rencor se había ido. 

Los cuerpos de Aaron y Chris fueron transportados a la morgue donde realizarían la autopsia. Lo más curioso fue que encontraron contusiones alrededor de unas extrañas mordeduras en el cuello y a lo largo de todo el abdomen y piernas.

Milo desapareció sin dejar ningún rastro, no se sabe si huyó o si fue capturado por aquellas malévolas criaturas, en cuanto al resto de los Skaters, a uno de ellos lo encontraron desmayado en aquella sequedad y el otro tuvo un fuerte ataque de pánico, pero ambos estaban sanos y sin heridas. 

Lo único que quiero, es desaparecer de aquí, irme lejos, escapar, la noche no es segura. ES QUE AÚN RECUERDO LA EXPRESIÓN EN SUS OJOS ¡SÉ QUE ME BUSCARÁ! 


MEGAM MORI- Dic 2010










La imagen no me pertenece. Es a modo ilustrativo 
para acompañar al relato.